El automasaje. Aprende a mimarte

El automasaje. Aprende a mimarte

El automasaje. Aprende a mimarte

Pocas cosas hay tan deliciosas como recibir un buen masaje de manos expertas sí, pero, ante todo, que transmitan calidez y ternura.

El tacto es uno de los 5 sentidos humanos que también compartimos con nuestros compañeros animales, y crucial para nuestra supervivencia.

Mediante el tacto percibimos las cualidades de los objetos o materia que palpamos. Aun con los ojos cerrados, podemos apreciar la suavidad de algo o su rugosidad, distinguir lo blando de lo duro o el frío del calor.

Sentir una mano apretando la nuestras nos da confianza en momentos de inquietud, un brazo envolviendo nuestros hombros nos transmite seguridad y cuando son dos para dar vida al abrazo según de quién y en qué circunstancias puede ser hasta sanador, ¡y de hecho lo es!

En nuestra llegada al mundo, unas manos nos están esperando al final del canal del parto para acogernos en lo que será nuestra nueva vida. Ellas nos depositan sobre el pecho de nuestra madre quien nos cobijará con la suya enorme para darnos la bienvenida.

A partir de ahí, la importancia de ser tocado, acariciado, ¡y sí! también masajeado contribuirá a una buena calidad de vida del bebé para que crezca sano y equilibrado psíquica y emocionalmente.

La piel es un órgano, el más extenso de todos los que conforman el organismo ya que recubre nuestro cuerpo en su globalidad, y toda ella por dentro está “tapizada” por un sinfín de diminutos sensores que no son otra cosa que las terminaciones nerviosas del Sistema Central, que captan los estímulos externos para trasmitirlos al cerebro quien será el que haga la interpretación de los datos recibidos.

En la pubertad o algo más tarde, el ser humano descubre el intenso e incomparable placer de las caricias en sus primeras relaciones amorosas.

Y quizá sea esta etapa mágica en la que uno se da cuenta que, en esos encuentros, la comunicación verbal está de más y el tacto se convierte en el principal protagonista de la relación entre dos.

El lenguaje puede ser confuso, mal expresado o malinterpretado que con demasiada frecuencia se convierte en un obstáculo para el buen entendimiento entre las personas.

¿No te ha pasado si no? ¿qué dices algo, pero el “receptor” entiende otra cosa y entonces la conversación puede enredarse al punto de acabar en trifulca?

El tacto, al igual que la mirada, son por si solos suficientemente expresivos. No precisan de las palabras para engalanarlos pues ellas al final solo contribuyen a restarles su esplendor y su virtud comunicativa.

Tocar puede convertirse en un arte, mira si no lo que unas manos logran crear con las cuerdas de una guitarra o cualquier otro instrumento musical. Similar a tocar un instrumento puede serlo tocar un cuerpo y entonces hablamos de masaje o cualquier otra manipulación terapéutica con fines curativos.

Sumado a mi formación en la enseñanza del yoga y otras actividades para ejercitar el cuerpo, aprendí diversos tipos de masaje y tras años ya de práctica he ido desarrollando mi percepción táctil.

Han sido múltiples los clientes que me han felicitado al finalizar su tratamiento por lo que mis manos les transmiten. Porque (según sus comentarios) han sentido mucho afecto en ellas. Han aliviado sus zonas contraídas, relajado sus tensiones emocionales, calmado su agitación mental.

En mis masajes, visualizo mis brazos como canales cuyas extremidades poseen la capacidad de propagar equilibrio y bienestar por todo el cuerpo que estoy tocando. Supongo que cuando se establece un propósito acompañado de visualización, en este caso la de aligerar el estrés o malestar de los seres que requieren de mis servicios, el resultado no puede más que ser satisfactorio para ambas partes.

Otro ejemplo del bienestar que las manos brindan es en tus mascotas (o animales en general).  Ellos mismos te buscan para que los manosees, quedándose adormilados al ratito.

Sí, nuestras extremidades superiores son de suma relevancia, al margen de las demás percepciones sensoriales que nuestro cuerpo puede captar. Fíjate si no, cuando te lastimas en alguna parte o te duele algo. ¿Qué es lo primero que acude en tu auxilio? tu mano, o las dos. ¿Tienes cefalea? ellas se posan sobre tu cabeza. ¿Te cortaste un dedo? rápidamente la otra viene a tapar la herida para detener la hemorragia.

¿Si instintivamente tus manos te asisten para calmar una dolencia cualquiera, no crees que si las usaras de manera consciente y con una intención clara podrían hacer mucho más por ti? ¿No te ha pasado que tras hoooras frente a tu pantalla de ordenador en que sientes tu cerebro o tu vista sobrecargados comprimes con dos dedos ambos lados de tu tabique nasal, en la comisura interna de tus ojos y el alivio es instantáneo?

O masajeándote la sien. Todos hacemos eso, bien a menudo “mecánicamente”, sin apenas apreciar sus efectos sedantes. Si te tomases unos minutos regularmente para presionar, “teclear” o amasar determinadas zonas de tu cuerpo, pronto te darías cuenta de las bondades del automasaje, sin que tengas que desplazarte a ningún consultorio para que un tercero te haga el mismo trabajo a cambio de una suma nada desdeñable, pues pareciera que cada día más los masajes profesionales se están volviendo un lujo solo al alcance de unos pocos.

Está claro que si te duele la espalda no te queda de otra más que acudir a un buen terapeuta ya que el auto masaje en este caso concreto es simplemente irrealizable.

No obstante, aquí conviene matizar:  tu cuerpo no se limita a esa zona, y curiosamente, resulta que existen otras en las que puedes incidir indirectamente sobre ese punto de tu espalda en la que subyace el dolor.

Esas otras son las llamadas zonas reflejas y donde mejor están representadas es en los pies, las manos y las orejas, o sea en lo que son tus extremidades. ¿Te suena el masaje zonal o reflexología plantar? la auriculoterapia? ambas son las más conocidas hoy.

La primera consiste en realizar un masaje en cada pie donde, según la sabiduría popular ancestral y medicinas más antiguas practicadas en Oriente, está “reflejado” todo el cuerpo y, de hecho, se han “cartografiado” en cada planta los distintos órganos y esqueleto humano.

La reflexoterapia podal consiste en presionar todos esos puntos reflejos que no son otra cosa que las terminaciones nerviosas de cada órgano, músculos o huesos y así reequilibrar el flujo energético donde exista una anomalía.

Siendo estas técnicas originarias de culturas diferentes a las nuestras en cuanto a cómo la medicina entiende el funcionamiento del cuerpo humano, los estudiantes de la reflexología, o tú mismo si decides ponerla en práctica, deben abordarla con amplitud mental, dispuestos a aceptar otras creencias, en este caso, la de entender el cuerpo como una entidad compuesta por materia y esencialmente energía en movimiento.

La MTC (Medicina tradicional China) o el Ayurveda (sistema médico tradicional indio) basan sus principios en la existencia de una extensa e intricada red energética que recorre todo el organismo e interconecta todas y cada una de sus partes.

Su equivalencia en la medicina occidental no es otra cosa si no el “cableado neurológico” (sistema nervioso) a través el cual circula la información mediante impulsos eléctricos.

Electricidad = energía. Esa red tiene su final en las extremidades inferiores (pies) y superiores (manos), también orejas y toda la piel. Estas vías de transmisión de datos en la MTC los llaman canales o meridianos, Nadis en el ayurveda que ha computado un total de 72.000. No es poco.

La reflexología se fundamenta en que la estimulación de esas terminaciones, o centros sensitivos ubicados en la bóveda plantar va a generar una “respuesta refleja” o reacción en otra parte del cuerpo, o sea en el órgano con el cual esos nervios están imbricados.

Si observas la forma de un pie verás la correlación entre su morfología y la de tu cuerpo. A modo de ejemplo: sabemos que a pesar de que a nuestra espina dorsal se la conoce más comúnmente como columna, pareciera que como su nombre lo indica es un pilar erecto y rígido colocado ahí por la Inteligencia Suprema, en el centro del tronco para su sostén y el de la cabeza, pero nada de eso. La columna vertebral vista desde su plano sagital (lateral) está compuesta por curvaturas cóncavas y convexas, y de rígida no tiene nada.

La región cervical es cóncava, la dorsal convexa, de nuevo cóncava en la espalda baja y otra vez convexa en su base, sacro y coxis. Pues bien, dirige ahora tu mirada al borde interno de cualquiera de tus pies.

El dedo gordo corresponde a la cabeza, de seguido, en su base se distingue claramente su concavidad o zona refleja de las cervicales, es proseguida por la convexidad de la zona dorsal y luego vuelta a la línea cóncava de la porción lumbar y finalmente convexidad hacia el talón o centro reflejo del sacro coxígeo.

¿Fascinante no? Es como si la Inteligencia que nos ha diseñado hubiese colocado justo ahí unos diminutos interruptores que podemos pulsar para “encender” o “apagar”, o sea estimular o laxar según qué zonas del cuerpo. ¡Sí, fascinante desde luego!

El Mismo mapa de tu cuerpo lo encontrarás en tus manos, aunque menos explícito que en el caso de los pies y de menor sensibilidad, tal vez debido a que ellas son el “principal” instrumento del tacto y en nuestras horas de vigilia son de las partes más solicitadas perdiendo algo de agudeza en su percepción por causa del “sobreuso”.  

Sin embargo, los pies son los grandes olvidados en cuanto a recibir nuestra atención o mimos, de ahí que cuando apenas los roces, reaccionan. La prueba la tienes en la carcajada que sueltas si alguien te los cosquillea.

Se está afianzando bastante la pedicura últimamente junto con la manicura, pero dichas técnicas están más enfocadas al aspecto meramente estético y no tanto sanitario.

Aunque eso de que te raspen las durezas o callosidades que te torturan sin piedad dentro del calzado tiene su valía y quienes sufran de eso seguro concuerdan.

En cuanto a la auriculoterapia, consiste en colocar pequeñas agujas de acupuntura en los puntos exactos correspondientes a la parte corporal que queramos atender.

Igualmente, en las orejas está representado el cuerpo en su globalidad bajo la forma de un feto (visto de costado) cabeza abajo. ¿Tienes a mano la imagen de una oreja? mírala y verás. Si eres de los que necesita afinar su imaginación, dedícale unos minutos.

O puedes yuxtaponer la imagen de un feto con la de la oreja para verlo más claro. La oreja no se limita exclusivamente a la terapia con agujas, puedes reemplazarlas por la acupresión, que es presionar distintas partes de la oreja con la punta de un dedo o pinzando el lóbulo (donde se lucen los pendientes) entre la yema de tu pulgar e índice.

Por lo visto, tirar con delicadeza de ellos contribuye a liberar algunas de las llamadas hormonas del bienestar, las endorfinas. En realidad, ejercer una suave tracción en todo el borde de la oreja desencadena esa misma placentera sensación. ¡No esperes, prueba ahora mismo si no!

Para estas dos técnicas, más para la auriculoterapia, tal vez te sea preciso adquirir conocimientos suplementarios realizando un curso, online mismamente ahora que tenemos esa gran ventaja de poder instruirnos desde nuestra propia casa, aunque, yo que acudí a una academia admito que la presencia de tu docente para que te indique con precisión donde clavar las agujas sin lastimar al paciente es de inestimable valor.

Al margen de si estás dispuesto o no a ampliar tu educación en temas de esta índole, te bastará con saber que el automasaje es un recurso del que puedes sacar buen provecho de forma gratuita sin asistencia de nadie. Y nada más te demanda unos pocos minutos de tu tiempo.

 Existe otra zona del cuerpo que aún no he nombrado y que es muy agradecida: el abdomen. Cuántos casos de estreñimiento pasajero no se pudieran solucionar con solo un buen masaje siguiendo el recorrido del intestino grueso, en el sentido de las agujas del reloj y a la reversa.

Si además de realizarlo directamente en el vientre lo complementas con otro en su zona refleja plantar ten por seguro que en muy poquito tiempo notarás una mejoría lenitiva.

Yo lo hago en la noche antes de dormirme, tumbada en la cama. A la mañana siguiente, antes de siquiera levantarme, ¡me tomo mi botellín de agua templada y no tengo que esperar mucho para que mi colon me mande el aviso de “evacuación a la vista!”.

El rostro. Oh dios cómo el gozo haciendo taping por toda mi cara, sobre todo inmediatamente después de mi ritual de limpieza matutina y antes de irme a dormir. Si nunca has oído hablar del taping, se podría calificar como un masaje, sí, pero dando golpecitos con la punta de los dedos para aliviar tensiones superficiales (abstenerse si tienes uñas largas).

Es un golpeteo, usando todos los dedos de tus manos, solo uno o un par de ellos. La cadencia y la presión las vas modulando en tu recorrido facial según donde identifiques que necesitas más alivio.

La articulación mandibular, justo al ladito de tus orejas tiende a “encapsular” una buena cantidad de estrés derivado de estados emocionales adversos. Por ejemplo, cuando sentimos enojo, pero no lo expresamos, tendemos a apretar los dientes haciendo que la musculatura que recubre esa coyuntura se tense.

Si solo fuera algo anodino no pasaría nada, pero en el frenesí de nuestras vidas actuales, es casi seguro que apretamos esa dentadura a diario, por una razón u otra, pues no solo el enojo lo causa, también la rabia, la impotencia, la impaciencia etc.

Otro beneficio del taping es que optimiza los efectos de tus cosméticos, acelerando la circulación sanguínea, el drenaje linfático, mejora la absorción de los compuestos humectantes, hidratantes o anti-aging, dando como resultado una piel más luminosa y lozana.

Muy recomendable para el contorno de los ojos, en especial párpados inferiores si te despiertas con ellos hinchados por la retención de líquidos.

El taping lo puedes prolongar por todo el cuello, frontal, lateral y a ambos lados de las cervicales, hombros, musculatura pectoral, cráneo, pudiendo aquí hacerlo con más fuerza pues estás en un hueso sólido que aguanta bien la presión sin que haya riesgo de lastimarte.

El cuero cabelludo. ¡Me encanta darme un “champú-masaje”! Deslizar los extremos de todos mis dedos en pequeños movimientos circulares por todo el cráneo como cuando me lavo el pelo, igual. Es de lo más relajante que mis santas manos puedan hacer por mí.

Un masaje dado por tus propias manos es otra manera de conectarte a tu cuerpo, sentirlo, escucharlo con atención para ir descubriéndolo y conociéndolo cada día más y mejor.

Bien que te preocupas por tu coche y lo llevas a revisiones periódicas para asegurarte de que no surja ningún incidente mecánico que te pueda arruinar un día entero.

Tú mismo la acicalas por dentro colocándole detallitos o un buen ambientador, todo ello para que tu viaje sea ameno donde quiera que te lleve cuando subes a él. Nadie queremos un vehículo viejo ni destartalado. Por qué debiera ser diferente con este otro vehículo que es tu cuerpo y en el que estás montado 24/7?

Si esta propuesta de automasaje te llama la atención y decides probarla, te sugiero que crees el ambiente más propicio en el espacio de tu casa donde vayas a vivir la experiencia, puede ser el cuarto de baño o tu habitación.

Cierra puertas y ventanas para estar en absoluto silencio. Apaga la luz y enciende unas velitas de colores, un incienso o un difusor de aceites esenciales con tu fragancia favorita. Pon una música relajante y prepárate mentalmente para estar contigo mismo.

Tal vez puedas hacer una pequeña meditación previa para conectar con tu cuerpo, dirigirte a tus células, en particular a esa parte donde están incrustadas tus emociones tóxicas. Ya sabes que todo está unido, mente, cuerpo y espíritu.

No somos pedazos de fragmentos adosados. Somos lo más bello, complejo, perfecto y maravilloso que la Mente divina haya concebido junto al resto de las bellezas que ha colocado en nuestro hogar la Tierra.

Hace falta MUCHO amor para engendrar algo tan grandioso. Sabiendo esto, no crees que es tu obligación, ¿retribuirla con el mismo amor y admiración a tu templo corporal?

Tras esta reconexión a ti, vierte unas gotitas de aceite de tu preferencia (puede ser de almendras, aguacate, jojoba) y dispérsalo en tus palmas y dedos para que puedan deslizarse por tu piel con fluidez.

Para el masaje de pies yo elijo una crema con mentol. Te los refresca y hace que cuando termines y vuelvas a caminar tengas la sensación de que lo haces sobre “nubes de algodón”. El acu presión en la oreja no requiere de ningún ungüento, tampoco el taping en la cara y cráneo.

¡Mímate pues! En ese espacio de tu agenda que reservas exclusivamente para ti, donde poses tus manos, hazlo con suma delicadeza, con la más grande ternura que puedas generar.

Me gusta para empezar, apreciar el calor que las mías emiten desde sus palmas. Ah, algo que estoy omitiendo y que me parece relevante: colócalas en forma de oración y frótalas vigorosamente por aproximadamente un minuto o hasta que tus palmas estén bien calentadas.

¡Ya estás listo! ahora sí las puedes situar donde quiera que te vayas a dar el masaje. También puedes sellar el contorno de tus ojos con ellas para suavizar músculos y nervios oculares, unos órganos tan solicitados en nuestras horas diurnas.

Dicha técnica puede ser repetida todas las veces que desees. El hecho es que sentir ese calor traspasar tu piel es ya en sí bien balsámico.

No te límites a estas partes del cuerpo que acabo de mencionar aquí, usa el poder curativo de tus manos en cualquier rincón de tu cuerpo que notes tenso, contraído como sucede bien a menudo con el cuello o los hombros por largas y viciadas posturas que con demasiado frecuencia todos adoptamos inconscientemente y por las exigencias de nuestras rutinarias vidas, sobre todo si perteneces a ese segmento de la población  que tanto sufre por causa del sedentarismo y la falta de un ejercicio sano para compensar.

Es de igual importancia abrirte a esta experiencia de la auto terapia y a la energía curativa de tus manos con fe en ellas, sin la más mínima vacilación en que tú eres poseedor de esa misma cualidad que erróneamente pensamos que solo otros detienen como tocados por una barita mágica.

Todos, oye bien esto, todos hemos sido tocados por esa barita, la diferencia está en que unos los saben y se lo creen, otros no. Nuestra equivocación se halla en que depositamos nuestra confianza en otras personas para que se encarguen de nuestra salud cuando debiera de ser todo lo opuesto.

Este mundo fuera otro si todos nosotros nos hiciéramos responsables de ella y de nuestro bienestar, mediante el autocuidado. Pero claro, es más fácil y requiere de menos esfuerzo entregarle ese cometido a otro, aun siendo un completo extraño bien a menudo. ¡Que insensato!

En el mundo nuevo que se avecina, independizarnos de ese sistema caduco de creencias que venimos repitiendo desde tiempos inmemorables es ya algo que parece se está materializando en el día a día.

Somos más los seres que perseguimos otro estilo de vida dejándonos guiar por nuestro yo superior, alma, intuición o como gustes apelarlo.

Creemos en la infinita sabiduría de ese mega complejo de células laborando al unísono, incansablemente para conservar la vida tal y como nos ha sido entregada.

¡Cree en tú y feliz automasaje!

Namasté.

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Ana Fernandez

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