Coherencia cardiaca, comunicación cerebro corazón

Coherencia cardiaca, comunicación cerebro corazón

Coherencia cardiaca, comunicación cerebro corazón

¿Cuántas veces hemos oído en el pasado que el corazón es un “músculo tonto”? Que despectivo y cuánto menosprecio ¿no? a un órgano TAN noble, sofisticado y vital.

Sí, has leído bien: ¡un órgano! no, no solo es un musculo o bomba hidráulica en constante bombeo para impulsar la sangre por las arterias que irrigan todo el organismo.

Es mucho más que eso. Las investigaciones científicas más actuales arrojan datos sorprendentes e insospechados hasta ahora sobre este músculo/órgano.

Permíteme un pequeño paréntesis antes de proseguir. Si has leído algún otro blog mío, seguramente te hayas percatado que hago bastante referencia a ensayos, investigaciones, experimentos, estudios clínicos/científicos.

Bueno, esto se debe a que creo haber encontrado un cierto equilibrio en mi entendimiento de la Ciencia y la Espiritualidad, llegando a la conclusión que a fin de cuentas ambas convergen hacia lo mismo: descubrir qué somos en realidad los seres vivientes y todo cuanto forma parte de esta gran obra maestra que es la Creación. Aunque, un pequeño matiz: en algunos casos, no espero a que la ciencia venga a validar lo que yo ya entiendo no con mi mente analítica pero sí con mi instinto del ser multidimensional que soy.

Porque en ocasiones, he sentido, experimentado, comprendido algo que más tarde la ciencia ratificó. Esto aclarado, podemos volver al tema.

Como iba diciendo, esos investigadores recluidos en laboratorios por días y días, meses, años o décadas enteras, en muchos casos, para sacar conclusiones tras largas horas de observaciones, tanteos y exámenes aseguran ahora que el corazón posee neuronas (cuantificadas en 40.000 e identificadas como” neuronitas sensoriales” también conocidas como “el pequeño cerebro del corazón”) y que segrega una hormona, que probablemente te suene ya su nombre: la oxitocina u “hormona del amor”  por ser liberada principalmente cuando uno está enamorado o siente profunda ternura por algo o alguien!

¡O sea que, sumado a sus funciones de músculo y órgano sensorial se le puede atribuir otra más, la de glándula endocrina!

¿Y en qué otra parte del cuerpo tenemos neuronas? a ver esos conocimientos sobre el cuerpo que habitas…déjame ayudarte si te entra la duda: el cerebro y su prolongación, la médula espinal!

Las neuronas no son otra cosa si no células nerviosas que se encargan de transmitir la información desde el “órgano pensante” a través de todo el Sistema nervioso en modo aferente y eferente, es decir, desde el Sistema Nervioso Central, el encéfalo y médula hacia los demás órganos y en el sentido opuesto, desde los órganos hacia el SNC.

Otros datos curiosos que tal vez no sepas aún: el corazón es el primer órgano en formarse dentro el útero materno antes que todo lo demás que con el paso de las semanas irá dando forma a un diminuto ser humano dentro de otro de mayor tamaño.

El corazón es el único órgano que emite un sonido escuchable. Un corazón sano y fuerte palpita entre 60 y 100 veces por minuto, aunque en deportistas de alto nivel puede caer por debajo de los 60 latidos. La raíz de este vocablo “cor” procede del latín y significa “centro” o “núcleo”. El Centro del Ser.

El corazón es nuestro centro creativo, la puerta a nuestros aspectos más divinos declaran algunos místicos.

Ciertas culturas pretéritas como la egipcia tenían la creencia de que el corazón era la sede de la mente y decían que estaba en nosotros para que recordásemos lo que habíamos olvidado. Para la MTC (Medicina Tradicional China) el corazón es el órgano más importante de todos, tanto así que lo han bautizado “el Emperador” y es donde reside el Shen (espíritu).

Un dicho popular declara que “el cerebro piensa, pero el Corazón sabe”. Su campo electromagnético es 5000 veces mayor al del cerebro.

El cuerpo entero es una “central eléctrica”. Desde la microscópica célula hasta todos y cada uno de los órganos alojados en él emiten pequeños impulsos de electricidad. Esa corriente a su vez crea un campo alrededor del cuerpo llamado “campo electromagnético” formado por fotones (diminutas partículas de luz) que muchos de nosotros conocemos como el aura.

El CEM del corazón tiene un alcance de hasta 3 metros alrededor nuestro. Algo así como si estuvieras dentro de una gran burbuja de luz, eso sí, invisible para el ojo humano.

Bien, después de este otro inciso, retornemos a la cuestión de la coherencia cardíaca y veamos cómo poder explicarla de manera que se pueda aprehender sin tener que recurrir a términos demasiado “técnicos”. ¿Por qué no definir primero lo que es la coherencia? Sacado directamente del diccionario: es la relación lógica entre dos cosas o entre las partes o elementos de algo de modo que no se produce contradicción ni oposición entre ellas. “La relación lógica entre dos cosas”, reservemos esto para más adelante y examinemos lo que dice a continuación: “…o entre las partes o elementos de algo de modo que no se produce contradicción ni oposición”.

Esta bomba eléctrica emite disparos, que reconocemos como latidos o palpitaciones dentro de una variabilidad continua. Si las ondas derivadas de estos latidos son homogéneas, regulares y armoniosas forman un patrón estructurado, repetitivo y previsible, (comparable a las ondas concéntricas que se forman en la superficie de un lago al lanzar una piedra). No hay ninguna discordancia entre ellas. Sólo cuando esta pauta se da, podemos entonces hablar de coherencia o cohesión cardíaca, y según los entendidos, en este estado de “apertura del corazón” es cuando nuestro genio creativo cobra protagonismo y tenemos la extraordinaria capacidad de dar vida a nuevas ideas, cumplir deseos que en la normalidad nos parecen inalcanzables, hallar soluciones a problemáticas persistentes, tener acciones magnánimas etc.

Volvamos ahora a la primera parte de la definición que nos da el diccionario: “la relación lógica entre dos cosas.” llegados a este punto supongo ya sospeches que se trata de la relación entre el corazón y el cerebro!

La interacción entre ambos órganos mediante una incesante comunicación de ida y vuelta que circula por una de sus principales “autopistas de transmisión de datos” llamado el nervio vago (del verbo vagar/errar) el más extenso del cuerpo.

Este descubrimiento es una verdadera revolución científica que data de apenas 5 o 6 años, de hecho, nunca antes se había escuchado esta expresión “coherencia cardiaca”, “comunicación cerebro corazón” o “eje cerebro corazón”.

Lo más asombroso de este nexo entre los 2 órganos es que han descubierto que el corazón puede influir de manera muy significativa en la función cerebral de la que depende nuestro bienestar físico y psicológico.

Si por el contrario su pálpito es irregular o caótico igualmente el órgano pensante recibirá una información distorsionada que incidirá en su correcto funcionamiento y por ende en toda la fisiología del cuerpo. ¿Y qué es lo que puede alterar el compás de nuestro corazón? que crees tú? Las emociones y los sentimientos.

Me atrevería a decir que éste es el primer punto de nuestro cuerpo en verse directamente afectado por nuestras emociones, sean éstas propicias u hostiles. Vamos a centrarnos en las primeras, o sea las favorables, las que representan un verdadero bálsamo para él: ¡la compasión, la gratitud, el perdón, la empatía, la alegría y cómo no el AMOR!

Cuando experimentas alguna de estas emociones/sentimientos acaso no percibes que tu corazón reacciona espontáneamente? como que ahí dentro de tu pecho, ¿“algo” se estremece? yo tiendo a asemejarlo a una sonrisa interna, ¡a un intenso gozo que se irradia por todo mi ser y hace que me sienta plena, viva, feliz y “sintonizada”!

Las neuronas cardíacas procesan esa información de bienestar y la comparten con nuestro “centro de operaciones” ubicado en la caja craneal que al recepcionarla la distribuye entre todos los demás órganos y mecanismos corporales mediante sus ramificaciones nerviosas y entonces todos ellos se coordinan para trabajar al unísono creando lo que yo llamaría una “sinfonía orgánica”.

Sí, parecido a una orquesta dirigida por ese eje corazón-cerebro cuyo resultado es una perfecta “partitura vibracional” dando lugar a lo que se conoce como homeostasis que no es otra cosa que el equilibrio entre todos los sistemas del cuerpo, un ambiente interno estable y constante o para que se entienda más fácilmente: una salud integra.

Por el contrario, si experimentas nerviosismo, angustia o demasiada euforia tu corazón late más deprisa y puedes hasta sentir que te falta el aliento. Abrumado por la tristeza o desesperación de un acontecimiento traumático sientes que se te encoje y su palpitar se torna arrítmico.

En este otro escenario bien distinto al que acabo de describir ya puedes sacar tú mismo tus propias conclusiones del impacto que este pulso irregular y desordenado (todo lo opuesto a la coherencia) tiene en nuestro cuerpo.

Ni falta hará que le dedique más de unos pocos renglones al peor de los enemigos de nuestro “emperador”, y que en esta sociedad moderna está a la orden del día, con efectos devastadores en una gran porción de la población mundial: el estrés. O mejor déjame rectificar, en todos y cada uno de nosotros solo que a unos más que a otros.

Como quiera, si no estamos bajo el aplastante peso de un estrés sostenido en el tiempo, absolutamente TODOS nosotros en algún momento de nuestras vidas lo sufrimos. Es más, ¡este mal contemporáneo no solo surge por una situación externa adversa si no que lo podemos crear mentalmente! sí, así como lo lees.

Basta con que albergues pensamientos negativos de miedo, o tengas demasiadas preocupaciones en tu cabeza para que toda tu fisiología se vea puesta patas arriba.

Es de vital importancia sabiendo esto, hacer todo lo posible para cuidar de esta maravilla biológica cultivando emociones positivas que lo nutran y fortalezcan a diario, entendiendo que para gozar de una salud óptima y por tanto de una vida esplendida, no es suficiente con tener una alimentación balanceada, un entrenamiento físico regular, un buen descanso nocturno etc…igual de relevante o más lo es vigilar nuestras alteraciones anímicas y adquirir el hábito de paralizar todas esas “amenazas” transformándolas en su opuesto apenas vislumbremos su aparición.

O bien, reconocer esas emociones hostiles, acogerlas, expresarlas, dejarlas ir y adoptar lo antes posible una actitud de serenidad y confianza para que todo vuelva a la normalidad.

Y ahora, un pequeño ejercicio que no te tomará más de 5 minutos y que si lo repites a diario 2 veces, en la mañana al despertar y en la noche al acostarte probablemente seas testigo de un cambio beneficioso en tu vida emocional en muy poquito tiempo.

Es un ejercicio ideado para armonizar ese corazón y la relación con su otro compañero de reparto, el cerebro. Lo han llamado “respiración para la coherencia cardíaca” y podrás encontrar varias decenas de videos en YouTube en los que te guían para que lo pongas en práctica, pero básicamente consiste en respirar por la nariz contando hasta 4 o 5 y expirar en el mismo lapso de tiempo, es decir, contando otros 4 o 5 (segundos se entiende).

A mí me gusta centrar mi atención en el pecho e imaginar/visualizar que es mi corazón el que respira. Se dilata al inhalar, se retrae al exhalar. Igualmente, no hago una respiración profunda (puedes repasar mi blog sobre Pranayama para más información sobre ejercicios respiratorios) si no torácica.

Uso los músculos intercostales para poner en marcha el proceso de la respiración sin recurrir al otro músculo por excelencia de este mecanismo, el diafragma.

La respiración voluntaria y consciente es tan mágica que tiene el poder de ralentizar el persistente “barullo” mental, conexionar la mente y el cuerpo haciendo que ésta desplace la atención hacia más abajo y logres situarla adonde tu desees, por lo tanto, si optas por colocarla ahí justo donde mora tu corazón su pulso se verá inevitablemente ralentizado y es entonces cuando esa coherencia cardiaca se da y afianza día tras día junto con sus virtudes para toda tu salud.

Seguramente habrás oído eso de que “allá donde diriges tu atención pones tu energía”.

¡Buena práctica!

Namasté

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Ana Fernandez

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